La jardinería sostenible se enfoca en maximizar la eficiencia del agua. Esto se logra mediante técnicas como el riego por goteo, la recolección de agua de lluvia, y la selección de plantas nativas o adaptadas al clima local, que requieren menos agua. También se promueve el uso de mulch o acolchado para mantener la humedad del suelo.

Utilizar plantas nativas o adaptadas al entorno local es fundamental en la jardinería sostenible. Estas plantas suelen requerir menos cuidados, agua y fertilizantes, ya que están adaptadas a las condiciones del suelo y clima de la región. Además, ayudan a preservar la biodiversidad local y ofrecen hábitat y alimento para la fauna nativa.

Evitar el uso de fertilizantes y pesticidas químicos es otro pilar de la jardinería sostenible. En su lugar, se utilizan compost y otros métodos orgánicos para enriquecer el suelo, así como prácticas integradas de manejo de plagas que favorecen el equilibrio ecológico y la salud del jardín.

La jardinería sostenible implica planificar y diseñar jardines de manera que se integren armoniosamente con el entorno natural. Esto incluye la creación de espacios que favorezcan la biodiversidad, la utilización de materiales reciclados o de bajo impacto ambiental, y la implementación de prácticas que reduzcan la huella ecológica del jardín, como la reducción de áreas de césped o el uso de plantas perennes que requieren menos mantenimiento.